La imagen de la Virgen de Itatí, es una de las más célebres y antiguas de
nuestro país. Está tallada en timbó y el rostro en nogal, midiendo un metro con
26 centímetros de altura, sus manos se juntan en posición de oración, vistiendo
un manto azul con túnica blanca y se cree haber sido tallada por un artista
indígena.
Existen diversas historias sobre la imagen de la Virgen de Itatí, las
cuales coinciden en que fue la misma virgen quién decidió ser venerada en la ciudad
homónima, en la provincia de Corrientes.
Una de ellas data de principios del siglo XVI, cuando unos franciscanos
llegaron hasta las orillas del Río Paraná, posesión del cacique guaraní
Yaguarón, colocando la virgen en un oratorio construido a mano, del cual
desapareció varias veces, hasta que finalmente decidieron dejarla en el lugar
que la virgen aparecía.
Una vez apareció sobre unas piedras calizas o blancas, que, en idioma
guaraní, se traduce como itá morotí, dando origen al nombre de Virgen de Itatí,
punta de piedra, o piedra blanca, por los yacimientos de cal que estaban junto
al arroyo Calería.
Un siglo más tarde, con la llegada de los misioneros, se construyó un nuevo
oratorio a orillas del Paraná, comenzando a poblarse la zona de la actual
ciudad de Itatí. En esa ocasión el sacerdote Fray Luis de Gamarra presenció el
primer milagro de la virgen manifestando: “Se produjo una extraordinaria
mudanza del rostro y estaba tan linda y hermosa que jamás tal la había visto”.
Se atribuyen a la virgen cientos de miles de milagros y curaciones, según los
síndicos de la iglesia.
Cuando el misionero franciscano español, fray Luis de Bolaños y los indios que había convertido al catolicismo iban a ser atacados, las aguas del paso del arroyo Yaguarí se abrieron, en semejanza con el relato bíblico, pusieron en fuga a los invasores, gracias a la virgen. Otra versión sostiene que fray Luis de Bolaños, en 1580 o en 1615, fundó un asentamiento en el puerto de Santa Ana, dándole el nombre de: “Pueblo de Indios de la Pura y Libre Concepción de Nuestra Señora de Itatí” y posteriormente fray Luis de Gamarra dio a conocer los milagros de la virgen.
Con el paso de los años la Virgen de Itatí se convirtió en protectora de
los lugareños, como ser cuando en el año 1748, una tribu indígena se aprontó
para invadir la zona, cuando repentinamente se abrió una enorme zanja que les impidió
avanzar, salvándose así de ser atacados y de la destrucción del pueblo.
Otra de las versiones sostiene que la virgen fue traída de un asentamiento
indígena de Ciudad Real, provincia de Guayrá. Los franciscanos, huyendo de los
indígenas, llegaron a otro asentamiento del también franciscano fray Luis
Gámez, levantando un oratorio donde colocaron a la virgen, que luego
desaparecía, al ser destruido por los indios. Días después un grupo de
indígenas la encontraron sobre una piedra en un islote cercano al puerto de
Santa Ana, rodeada de una luz brillante y acompañada de música. Fray Luis Gámez
la llevó al asentamiento, pero la virgen desapareció varias veces, apareciendo
siempre sobre esa piedra, decidiendo entonces dejarla allí.
Actualmente, donde estaba aquel sencillo oratorio, está ubicada la “Basílica de Nuestra Señora de Itatí”, emplazada frente a la plaza principal de la ciudad homónima, a doscientos metros del río Paraná, comenzada a construir en 1938, bajo la dirección del italiano Alfredo Gibenillini, habilitada parcialmente el 16 de julio de 1950, al cumplirse el cincuentenario de la Coronación de la Virgen. Mide 81 metros de largo por 63 de ancho, pudiendo albergar a 9000 fieles. En su cúspide existe una imagen de la virgen realizada en cobre, mientras que la capilla original. La imagen de la virgen se encuentra dentro de una vitrina giratoria, al igual que la Virgen de Luján.
El 16 de julio de 1900 la imagen de la Virgen de Itatí fue coronada como Reina del Paraná y Reina del Amor por el Papa León XIII. El 3 de febrero de 1910 el papa Pío X creo la diócesis de Corrientes y el 23 de abril de 1918 la Virgen fue declarada Patrona y Protectora de la provincia de Corrientes y Misiones, que se celebra los días 9 de julio.
La coronación de la Virgen, realizada por el obispo de Paraná, Rosendo de
Lastra y Gordillo, con la participación del obispo de La Plata, monseñor
Mariano Antonio Espinosa, secundado por varios sacerdotes, como ser el
administrador apostólico de la diócesis de Santa Fe, monseñor Gregorio Romero; el
obispo de la diócesis de Tucumán, Pablo Padilla y Bárcena; el obispo de la
diócesis de San Juan de Cuyo, Marcolino del Carmelo Benavente; los presbíteros Angel
Brasesco, Federico Julio Rasore y Antonio Brignardello y el padre Luis Fassanella,
estando también presentes fray José María Bottaro, el obispo de la diócesis de
Santa Fe de la Vera Cruz, Juan Agustín Boneo; el obispo de la República
Oriental del Uruguay, monseñor Ricardo Isasa y el obispo de la República del
Paraguay, Juan Sinforiano Bogarín.
En los números 94 y 95 de la revista “Caras y Caretas”, del 21 y del 28 de julio de 1900, quedó ampliamente documentada lo que fue la coronación de la Virgen de Itatí.
Finalizada la ceremonia, antes de regresar a la ciudad de La Plata, Federico Julio Rasore visitó al obispo de la República del Paraguay, Juan Sinforiano Bogarín.